martes, 9 de septiembre de 2014

Fundar nuevamente la escuela


Cuando creíamos que teníamos todas las respuestas, de pronto, cambiaron todas las preguntas
Frase atribuida a Mario Benedetti

Gran parte de lo que hoy podemos ver como la escuela actual tiene sus bases en un contexto histórico, político y social de más de dos siglos de existencia. Las necesidades de aquella sociedad plantearon la misma como un recurso de satisfacción y perpetuación de un sistema con basamento en lo económico, en la producción; esa sociedad se encuentra a una distancia incuantificable de la que hoy podemos visualizar. Claramente, las encontramos contrapuestas, a pesar de ello, aunque algo morigerada, la escuela se presenta hoy con las mismas características de antaño. Ello se personifica en un continuo conflicto, una continua disputa entre lo intramuros y lo extramuros escolares, que se plasma en el transcurrir diario con situaciones de prohibición. Se ha abierto una grieta y en los últimos años se ha profundizado, se ha hecho más y más grande. A diario, y hasta representándose con un vertiginoso minuto a minuto, se pueden encontrar importantes aportes que con la misma velocidad se podrían convertir en riquísimos contenidos educativos; pero no se encuentran legitimados y, por esa razón permanecen en vías de comunicación diferentes.

“Sirve poco la visión educativa en la que me formaron y que yo practiqué algunos años: esa concepción según la cual el núcleo de la escuela sería una biblioteca cuyos saberes se transmiten y explican en el aula”. (García Canclini, 2006)

Es imperiosa la necesidad de generar modificaciones estructurales en la escuela, concebir la suficiente apertura que posibilite la ampliación del capital cultural hasta hoy centrado en el libro, en la lengua escrita, que permita generar la aparición de muchas otras formas multimediales que se renueven. La lectura seguirá siendo seguramente central, pero deberá fundarse en las diferentes formas de concebirla, de hallarla.

“De ahí la importancia estratégica que cobra hoy una escuela capaz de un uso creativo y crítico de los medios audiovisuales y las tecnologías informáticas”. (Martín Barbero, 2002)

 “La escuela ha dejado de ser el único lugar de legitimación del saber, pues hay una multiplicidad de saberes que circulan por otros canales y no le piden permiso a la escuela para expandirse socialmente. Esta diversificación y difusión del saber, por fuera de la escuela, es uno de los retos más fuertes que el mundo de la comunicación le plantea al sistema educativo”. (Martín Barbero, 2002)

Hoy en día, el docente se comunica en un idioma que los estudiantes no descifran y los estudiantes se comunican en un idioma que los docentes no descifran, la grieta también se hace notar en el espacio áulico. Tal vez las palabras precedentes forman parte de una representación continua de tipo generacional, dado que a lo largo de la historia los docentes y los estudiantes han tenido idiomas diferentes. Lo que sucede ahora es que el idioma de habla universal se encuentra más próximo a los jóvenes. Los estudiantes se encuentran mucho más familiarizados que los docentes que por el contrario, prefieren permanecer inmóviles. Esa inactividad les proporciona seguridad y al mismo tiempo control, asociado a "autoridad".

“Frente al maestro que sabe recitar muy bien su lección hoy se sienta un alumno que por ósmosis con el medio-ambiente comunicativo se halla empapado de otros lenguajes, saberes y escrituras que circulan por la sociedad”. (Martín Barbero, 2002)

La escuela tradicional se encuentra visiblemente con problemas estructurales, sus bases, después de varios siglos de su fundación, se han debilitado, han comenzado a flaquear; el saber preestablecido ya no asombra, el mismo es repetitivo y rutinario. La nueva escuela, aquella que se debe fundar debe romper las ataduras, orientarse a fomentar el razonamiento, la reflexión, el discernimiento a través del espíritu crítico de los estudiantes. Estudiantes autónomos, con un claro enfoque de búsqueda, flexibles a los cambios, solo así, quienes transiten en ella podrán posicionarse en la sociedad en red como individuos incluidos, de otra manera, seguirán respondiendo a cánones a través de los cuales simplemente forman parte de los diferentes eslabones de una maquinaria de producción necesaria en el momento. Estudiantes que a partir de la lectura puedan darle un nuevo significado a esa palabra, dado que lo que velozmente necesitan leer, no es solo letras, no es solo palabras, no es solo textos, no es solo las diferentes propuestas multimediales; lo que necesitan leer es el mundo y sus acontecimientos diarios; políticos, sociales y culturales. Aquello que hace muchos años Célestine Freinet describió como “aprendizaje de lectura global”, una lectura orientada a la totalidad.

La linealidad debe dejar lugar a la multiplicidad, los espacios tradicionales son los que han presentado a lo largo de la historia más resistencia a generar cambios, más aun, cuando esos cambios implican una responsabilidad implícita en el quehacer diario organizado y estructurado; el timbre, el orden, la disciplina forman un eje central aun inmutable, la tarea docente debe mirar el contexto histórico, político y social de la sociedad de hoy, de la sociedad en red y a partir de ello, introducirse en el juego con las nuevas reglas.


Referencias bibliográficas:
García Canclini, N. (2006) Seminario internacional “La formación docente en los actuales escenarios: desafíos, debates, perspectivas”. 19 de abril de 2006 en la Universidad de La Matanza, Florencio Varela 1903, San Justo, Provincia de Buenos Aires.
Martín Barbero, J. (2002). Jóvenes, comunicación e identidad en la Revista Digital de la OEI “Pensar Ibero América” Número 0.
Legrand, L. (1993) “Célestin Freinet (1896-1966)”, en: Perspectivas: Revista trimestral de educación comparada (París, UNESCO: Oficina Internacional de Educación), Vol. XXIII, nos 1-2, 1993, Págs. 425-441.

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